231
Monti, se propuso “unir las islas” en las que los dramaturgos de la época habita-
ban. El detonante para tal impulso fueron las declaraciones del entonces director
del Teatro General San Martín, Kive Satiff, quien ante la pregunta de los periodis-
tas por la ausencia de autores argentinos contemporáneos en la cartelera de 1981,
respondió sucintamente “porque no existen”. Sumado a esto, en los mismos meses
se había eliminado la cátedra de Teatro Argentino en el Conservatorio Nacional.
Como lo planteó el mismo Dragún en la conferencia de prensa que anunció el
lanzamiento de TA, el movimiento se proponía mostrar “la vitalidad del teatro
nacional”. El ciclo de 1981 fue solo el primero de cuatro (1982, 1983 y 1985) y al
igual que ocurrió con otras experiencias, la unidad antidictatorial entró en tensión
ante el advenimiento de la democracia. En esa primera edición, Monti presentó La
Cortina de Abalorios, una obra en la que absurdo y grotesco se cruzan para denun-
ciar la eterna sumisión de las clases dominantes argentinas a los mandatos
imperialistas. Su aporte al movimiento continuó en 1982, donde se puso al hombro
la edición de una revista, iniciativa impulsada desde el movimiento pero que no
logró tener continuidad más allá de su primer número.
Por su parte, el DECUNA, iniciativa menos conocida, fue impulsado por el
Partido Comunista Revolucionario (PCR) y excedía a un reclamo sectorial, como
podría ser el de los teatristas específicamente, para buscar aunar científicos, intelec-
tuales y artistas en pos de la defensa de la cultura nacional. La concepción de
cultura aparece en un sentido amplio, como refleja el manifiesto inaugural, en el
que Monti aportó en su escritura, donde se destaca que es el pueblo el verdadero
protagonista y que los artistas solo lo son en la medida en que interpreten las nece-
sidades de este. En el movimiento tuvieron una participación destacada músicos
folkloristas como Leda Valladares y Tarragó Ross, también fueron partícipes Er-
nesto Sábato, Leonor Manso e incluso León Gieco, quien propuso ser un puente
entre el folklore y el rock nacional tras la masividad alcanzada por este género en el
marco de la Guerra de Malvinas. Monti también mostró un fuerte compromiso en
este movimiento, no sólo con su ya mencionada participación en el manifiesto
inaugural, sino también como vocero en diversas oportunidades. Un eje funda-
mental que se encargó de destacar en sus intervenciones estuvo ligado a la necesi-
dad de superar las influencias eurocentristas en el plano cultural para lograr afian-
zar una identidad propia que, sin embargo, no implicara un volver a formas y con-
Telar
24 (enero-junio/2020) ISSN 1668-3633
l
Ricardo Monti, ”subversivo“...: 227-233