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buscar un concepto totalizador, la muestra intenta ser parte de la discusión sobre
arte y política que en esos años estaba sucediendo a nivel internacional entre
pensadorxs, artistas y críticxs.
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En palabras del curador Gerardo Mosquera (2012),
en América Latina el estado de emergencia y de crisis en que vivimos no es la
excepción, sino la regla. En este sentido el arte de disenso latinoamericano es de
relevancia global y por eso el intento está en articular una gran cantidad de obra
que se inscribe en la pulsión de lo político y lo estético: “mucho arte en el continen-
te ha sido transgresor, reaccionando a las tremendas emergencias sociales de sus
contextos y usando la permisibilidad que le otorgan el aura, la disyunción y la
autonomía del arte para plantear mensajes y acciones radicales que lo han condu-
cido más allá del medio especializado donde es subsumido” (Mosquera, 2011: 23).
El discurso curatorial asume que América Latina es vista desde el fragmento, no
desde una curaduría de tipo histórica-enciclopédica, sino teniendo en cuenta mo-
delos más flexibles que articulan diálogos entre obras de distintas épocas desde el
montaje, y que asume también los vacíos, las omisiones intencionales como la de
Frida Kahlo, además de la dificultad de integrar en el discurso visual la documen-
tación de eventos como por ejemplo el Siluetazo de 1983 en Argentina.
En uno de los textos incluidos en el catálogo, la investigadora Karen Cordero
Reiman señala que si bien el género no es un tema prioritario en la construcción de
la exposición (2011: 365) –menos de un tercio de lxs artistas incluidxs son muje-
res–, es posible articular una narrativa específica entre arte, género y política den-
tro del texto más amplio que estructura la exposición.
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La exposición fue planeada como el evento central en torno a las celebraciones por el centena-
rio de la revolución mexicana y los festejos del bicentenario de la independencia de este país.
Más allá de la potente retórica nacionalista de estos aniversarios, asume cierto tono crítico dado
el agudo contexto de violencia que enfrenta México en esos años. Se exhiben casi 200 piezas de
103 artistas de 20 países, con una idea de América Latina ampliada, al considerar trabajos de la
diáspora latinoamericana y de otros países, rompiendo con la noción territorial. Las obras pre-
sentan una gran variedad de medios y técnicas que van del óleo a la videoinstalación y son
articuladas formando distintas narrativas, en un recorrido a la vez cronológico y diacrónico.
Algunxs artistas incluidos son: Gonzalo Díaz, Carlos Leppe, Arturo Duclos, José Toirac, Tania
Bruguera, Wilfredo Prieto, Paola Parcerisa, Rosenberg Sandoval, Ernesto Salmerón, Teresa
Margolles, Doris Salcedo, Luis Camnitzer, Santiago Sierra, Wilfredo Prieto, Mona Hatoum,
Joaquín Torres-García, los muralistas mexicanos, José Guadalupe Posada, Alfredo Zalce,
Guillermo Gómez-Peña, los colectivos Sociedad Civil, ASCO y las Yeguas del Apocalipsis.
María Laura Ise
l Telar
24 (enero-junio/2020) ISSN 1668-3633